Mi primo el ermitaño era como el oso;
buscaba comida y luego se encerraba en su guarida. Recuerdo esa escasa sonrisa
alegre y sus ojos color de miel. Su dentadura blanca se destacaba por sus
exageradas andanas y cuando reía irradiaba luz en la casa. Él no era tan viejo
pero al ser tan pequeña lo veía bien mayor. Además, también lo creía un loquito
por su manera de actuar y porque era un huraño. La percepción de los niños
cambia a medida que éstos van creciendo y luego perciben la realidad con sus
verdaderos matices. Ramoncito se la pasaba trancado en su habitación y pocas
veces se socializaba con los demás. La casa de mi bisabuela parecía un harén
con tantas damas. Aparte de mi bisabuelo, Ramoncito era el único varón adulto
de la casa. Mi mamá era su prima mayor. La semana pasada estaba mi madre viendo
en la tele Decisiones, que son relatos basados en historias, supuestamente, de
la vida real. Ya no pierdo mi tiempo viendo tanta mierda como, por ejemplo, lo
es el programa "Keeping up with the Kardashians." Antes malgastaba
horas y horas frente al televisor viendo novelas. Acaso no tengo suficiente con
mi vida para llevar la de aquellos detrás de una pantalla que no hace un carajo
por mí? Al contrario, uno es quien les hace el favor a ellos porque ayuda a que
suba el rating de la programación. Anyway, la historieta que mi mamá estaba
mirando trataba de una familia que dio a su tercera hija en adopción porque
eran muy pobres. En la trama pasaron veinte años. Luego, la chica se enamoró de
su hermano sin saberlo. Me quedé pegada a la tele porque me llamó la atención
dicha historia. Pero, lo que más me impactó fue el hecho de que mi madre me
comentara lo siguiente: "te acuerdas de mi primo Ramón? Su historia es
similar a esa”, me dice ella. Las memorias surgieron en su mente por estar
viendo "Decisiones". Aunque es cierto que ya no le dedico tiempo a la
tele, me alegró haberlo hecho esa noche con mi madre porque eso dio inicio a un
gran relato del cual yo estaba ajena. Por qué la gente pierde su tiempo viendo
series o novelas si en las de nuestras familias hay tantas historias que
contar? ¿Por qué mejor no juntarnos familiares y amigos en la casa o se
van a un parque para que los pequeñitos jueguen y así, a la misma vez, ellos
puedan abrir "el anecdotario familiar" y sacar a relucir historias
que han estado sepultadas por décadas y quién sabe si hasta por un siglo o
más?.
Bien, esta es la historia de Ramoncito
contada por mi madre: "Ramón Vicioso. Más que primo fue mi hermano.
Recuerdo como hoy cuando mi tío Chichi llegó con él en sus brazos después que
su mamá lo dejó abandonado en la banqueta de un juzgado. Yo tendría como 5
años. Desde ese entonces éramos dos en la casa. Los dos primeros nietos de mis
abuelos por parte de mi padre, fuimos creciendo juntos bajo las mismas
costumbres y educación. Él era un niño tímido y callado que solo jugaba donde yo
estaba porque lo defendía con uñas y dientes de cualquiera que le hiciera
alguna maldad. Como él era tan torpe mi abuelo le puso de sobre nombre,"
lico el baboso " porque aparte de ser cobarde vivía con las baba al
chorro. Pues bien, seguimos creciendo juntos y mi abuela todas las tardes
después de un buen baño nos ponía ropitas bonitas y nos sentaba a cada uno en
una sillita en frente de la casa y recuerdo cuando nos decía: si pasa
la señora de la mancha no le hagan caso. Esa es una señora muy mala. Pues
al decirnos esto le cogimos miedo a esa señora. El tiempo pasó y ya teníamos
más edad. El como diez años y yo como catorce. Él comenzó a preguntarme que
cómo era posible que su abuelo fuera mi abuelo y mi abuela fuese su mamá. Su
papá era hijo de mi abuela entonces el no entendía cómo era posible que la mamá
de su papá fuera entonces su mamá. Eso lo tenía a él muy desconcertado. Para
ese entonces yo ya sabía parte de la historia y le dije a mi abuela que le
dijera la verdad porque él estaba bien confundido. Fue ahí que yo me enteré que
la señora de la mancha a quien mi abuela llamaba mala era la " madre"
de mi primo. Y, en efecto, para mí era también mala pues lo había abandonado en
un juzgado de paz porque su papá, mi tío, no podía darle el dinero que ella
exigía para la manutención. Siguieron pasando los años y mis abuelos no le
decían nada al muchacho. No fue sino hasta que él comenzó a estudiar de noche
en la escuela República del Uruguay frente a nuestra casa cuando sucedió algo
inesperado. Él se enamora de una muchacha en la escuela, pero un día llega un
joven preguntando por Ramón y yo salí y le pregunté que para que lo buscaba.
(¿)El joven me dice _es con él con quien tengo que hablar. Yo llamé a mi
abuelo. Cuando él llega, dice: _¿qué pasa aquí?, con su cara de bulldog. El
joven se asusta y dice de un fuetazo: _yo soy hermano de Ramón. Mi abuelo se
quedó pasmado y solo atinó a decir: _¿Cómo, hermano de dónde? _Yo soy hijo de
la señora que tiene la mancha en la cara y, por lo tanto, soy su hermano porque
ella también es su madre. Desde hace tiempo que vengo observándolo pues tengo
dos hermanas que estudian en la misma escuela y una de ellas ahora resulta que
es su novia y hay que arreglar esta situación. Mi abuelo dijo: _vamos a esperar
hasta la salida de la escuela para hablar con él. Llegó mi hermano Ramón y
entre diálogo le dicen toda la verdad. Desde ese entonces la señora de la
mancha salió a la luz y él odiándola con todas sus fuerzas hasta el día de su
muerte. Nunca quiso saber nada de ella ni tampoco la perdonó por haberlo
abandonado.¨
Por:
Yini Rodríguez y Mirtha Díaz
Editado
por: Omira Bellizzio y Johnny Barbieri
Todos
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