lunes, 16 de marzo de 2015

Cuando llegará ese día

Esa noche, Divina sentía una fuerza indescriptible cuando leía en voz alta el email que iba a enviar a su amado. Después que ella escribe, duda de su contenido porque no quiere ofenderlo, con palabras fuera de contexto. En los últimos años la comunicación entre ellos ha mejorado debido a los correos electrónicos que se intercambian a diario.

Al principio, su compañero apenas escribía unas cuantas oraciones. Pero, como ella siempre tiene algo que decir, lo motiva a que él también haga lo mismo. Divina vuelve a concentrar su atención en la pantalla del monitor. Ella desea revisar, una vez más, el correo que piensa enviarle. Endereza su torso; tiende su mano para alcanzar la taza de café; pone el cigarrillo en el cenicero; tose para aclarar su garganta, y luego comienza a leer:

“Hola mi amor. Sabes, estaba contestando tu email pero perdí toda la información porque la página se cerró. Trataré de reconstruir lo que ya había escrito en el correo anterior. Te decía que por favor no juegues. No me gusta que pagues deudas de esa índole. También te decía que te voy a mandar una novela con una trama bastante interesante. Aprovecha el tiempo y lee. La lectura nos abre la mente. Siempre te he dicho que eres un hombre inteligente y muy habilidoso. Enfócate en el camino del bien. Qué tu conducta se rija por la integridad y la ética”.

Divina hace una pausa para corregir algunas palabras. Ella siente frustración e impotencia porque, aunque se acuerda de lo que escribió, jamás será lo mismo si desea plasmar sus pensamientos nuevamente. Las ideas aun flotan en el aire. Para calmar la ansiedad, ella vuelve a fumar con complacencia para así proseguir con la lectura.
 
“Cuando el ser humano crea consciencia, en su interior se abre un horizonte de posibilidades para transformar su realidad. Pregúntate que cosas deseas lograr. Si fueras a escribir tú historia, ¿cómo lo harías? ¿Cuáles son tus objetivos en la vida? Solo tú puedes saberlo. El espectador observa y analiza desde su perspectiva. Sin embargo, al final del día, es tu vida y tú debes tomar las riendas de ella. Tienes mucho potencial y está en ti querer pulirlo. Cada día se aprende del prójimo. Escarba dentro de ti y ve en busca de tus sueños. El universo nos ofrece muchas cosas extraordinarias. Juntos podemos lograr lo inimaginable pero siempre haciendo lo correcto. Piensa en el legado que te gustaría dejarles a tus hijos y a la humanidad. Por favor no desaprovechemos esta oportunidad”.
 
Después de releer varias veces el mensaje, Divina duda en mandarlo. Se da cuenta lo que siempre le vive recalcando su madre: cuando ella escribe, es para dar un sermón como si la gente quisiera escuchar esa jodienda.
 
–A la gente hay que dejarla vivir – le grita su madre mientras se deleita mirando sus telenovelas.

Divina cambia el tono, no por lo que le comenta su madre, sino porque se va a despedir. Mañana es otro dio en donde tendrá que escribir de nuevo.  

“Me haces mucha falta. Extraño tu aroma, y también tus besos. Cada noche se me hace más difícil conciliar el sueño sin ti. Bueno, mi amor cuídate mucho y recuerda que siempre estás en mis pensamientos. I love you”.  
 
Los tiempos cambian porque hace más de una década eran cartas que enviaba con un sello por el correo postal. Ella recuerda los detalles que dibujaba en dichas cartas. Corazones. Flores. Mariposas. I love you 4 ever. Y, hasta que la muerte nos separe. Esas eran algunas de las imágenes que asomaban en el papel. Las hojas eran rociadas con lavanda, la fragancia predilecta de su amado. Divina, antes de pulsar el botón, vuelve a leer el correo porque no es su intención darle una reprimenda al ser que tanto ama.

Por: Yini Rodríguez
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