lunes, 27 de abril de 2015

Un bonche a la hora de brunch

Cuatro de la madrugada y sin poder dormir. El viento entra por una rendija, con su silbido usual. A pesar del frio no me animo a buscar otra sabana. El cuerpo inerte y la mente inquieta equilibran mi cama. La oscuridad es mi fiel compañera. Respiro profundo. Estoy cansada pero el ruido del tren, con su vaivén, no me deja dormir. El amigo insomnio hace acto de presencia.  Pienso en el compromiso que tengo al otro día. Le prometí a mi roomie ayudarla a preparar su primer brunch.

Después de un torrente de pensamientos, me tranquilizo. Duermo como una bebe en posición fetal. Despierto a la hora acordada, sin ningún problema. Cuelo café. Cepillo mis dientes. Luego, me siento en el inodoro con cafecito y cigarrillo en mano. Después, una ducha.  El agua tibia relaja mis músculos para que la energía fluya por todo mi cuerpo. Cuando estoy lista para ir al supermercado, despierto a mi roommate. Ella, con ojos cansados y suplicantes, me dice que quiere dormir una hora más. 

¡Vamos, no te olvides que hoy es el gran día; si no nos damos prisa llegaran los invitados y no tendremos la comida lista! — le comento para que se levante de la cama.

Los colores de las verduras nos colman de alegría La cocina se llena de aromas exquisitos y parecemos como si fuésemos Tita y Nacha en su labor de cocineras. Cada quien sabe lo que hace.  Nuestros movimientos, en ese espacio tan reducido, son bien orgánicos. En el horno, los quiches se doran. La pasta al dente lista para echarle la salsa. Ensaladas. Frutas. Salchichas. Patatas condimentadas. ¡Que combinación gastronómica! 

No era una fiesta, ni un baile, ni una rumba, pero tampoco una parranda. Entre el desayuno y el almuerzo se encuentra el brunch, que es más bien una combinación de los dos. La gastronomía nos une. Es como tener un orgasmo mágico vía oral. Es una delicia degustar alimentos cocinados con ternura y amor. Tomamos mimosa. Risas. Carcajadas. Variedad de temas. Desde el Kobe hasta las nanies que cuidan niños de familias pudientes en la ciudad de Nueva York.

Un tema de mucho interés fue sobre el rol de la mujer en la sociedad y cómo éstas les han servido a los hombres como si fuesen sus sirvientas. Aún en el siglo XXI es difícil desprenderse de esa tradición tan machista y patriarcal. Es tan así que cuando llegó una pareja de amigos gay inmediatamente yo fui a servirle la comida. Sin embargo, a las  chicas presentes, solamente les pasé sus platos para que ellas mismas se sirvieran sus alimentos.

A la hora de hablar se puede decir tantas cosas, sin embargo, son nuestras acciones las que hablan por sí solas. Desafortunadamente, muchos de nuestros comportamientos están acondicionados por varias generaciones. Para cambiar esos patrones hay que prestar mucha atención y crear una consciencia del ser. 

Quiero que, en el próximo Brunch, sean los hombres, quienes me sirvan a mí.

Por: Yini Rodríguez
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3 comentarios:

  1. Porque en realidad no somos lo que decimos, sino lo que hacemos!

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  2. Muy Bella literatura yini, Es lamentable que muchos ser humanos Se dejan maquinar mentalmente por la sociedad impulsando las previas acciones que mencionaste hay que tener maduracion cerebral para abrir puertas hacia la conciencia para no ser enganiado por el Mundo o ser llevado a creer o actual como en tener inferioridad hacia la mujer, porque hacer acciones como tal si todos salimos de una mujer????? Por eldominicanbarbieken!! Hi yini!!! I loved it!!!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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