Pitos. Sombreros. Confeti. Algarabía.
Fuegos artificiales. Y muchas felicitaciones para celebrar el nuevo año.
Cuántas expectativas para ese día! Imaginé mi figura en un vestido azul, que
llora en mi closet porque todavía no le he hecho el honor de estrenarlo; el
pelo lacio, y un maquillaje a la perfección. Incluso, hasta me visualice
bailando con algunos tragos en la cabeza. Quería que el fin de año fuera
memorable. Y lo fue pero no como lo había imaginado. Mis tripas eran quienes
estaban de fiesta y gracias a ellas el año nuevo me agarró pegada al toilet.
Cólicos. Erupción en la piel. Y un cansancio inexplicable. Opté por quedarme en
casa. Desconectada de las redes sociales.
No sé que pasa conmigo. Tengo muchísimas
amistades y a muy pocas felicité esa noche. No es depresión pero
últimamente me cuesta contestar mis emails, hablar por teléfono, postear algo
en Instagram o Facebook. Sin embargo, con frecuencia entro a FB a chequear lo
que sucede allá afuera. La noche de año nuevo, por ejemplo, vi imágenes de mi
comadre en compañía de sus hermanas y también a mi amiga con el coro de primas. Reían. Bailaban. Selfies en todas las poses. Desee haber estado
rumbeando con ellas pero recordé que ya no quiero ser esa "party
animal" como dice mi amiga. Siento un cambio en mi vida. Estoy haciendo
cosas que comencé a proyectar algunos años atrás. No son resoluciones de
principio de año. Al contrario, estoy harta de las resoluciones porque es puro
cuento que una se cree de incauta. Aunque sí se puede cuando hay determinación.
En mi hay una introspección y una relación muy especial con mi cuerpo. No de
manera erótica, aunque eso nunca falta, sino más bien de relajamiento y un estado meditativo.
Este viernes, 13 de enero auguro que en
este año 2017 florecerán algunas semillas que he ido sembrando, para beneficio
de la sociedad y así fortalecer nuestra cultura. No importa que me ausente; sé
que están ahí y no van a ningún lado. Lo queramos o no ya formamos parte de
este conglomerado y, de una manera u otra, estamos conectados. Qué voy
construyendo? Construyo mi vida, entre recuerdos de melancolía y un futuro incierto lleno de
fantasías. Y un presente que me llena de alegría porque estoy trabajando en mis
sueños. Busco mi verdadero rumbo. Sin brújula, sin drogas, ni medicinas. Un
cambio suave y sin hacer ruido, en donde mi ideología, crece día a a día. Un
movimiento cultural, en el cual los artistas exhiben su arte para inspirar a
niños y niñas, que carecen de educación y mentoría.