viernes, 13 de enero de 2017

Luna llena; un viernes 13 de enero

Pitos. Sombreros. Confeti. Algarabía. Fuegos artificiales. Y muchas felicitaciones para celebrar el nuevo año. Cuántas expectativas para ese día! Imaginé mi figura en un vestido azul, que llora en mi closet porque todavía no le he hecho el honor de estrenarlo; el pelo lacio, y un maquillaje a la perfección. Incluso, hasta me visualice bailando con algunos tragos en la cabeza. Quería que el fin de año fuera memorable. Y lo fue pero no como lo había imaginado. Mis tripas eran quienes estaban de fiesta y gracias a ellas el año nuevo me agarró pegada al toilet. Cólicos. Erupción en la piel. Y un cansancio inexplicable. Opté por quedarme en casa. Desconectada de las redes sociales.

No sé que pasa conmigo. Tengo muchísimas amistades y a muy pocas felicité esa noche. No es depresión pero últimamente me cuesta contestar mis emails, hablar por teléfono, postear algo en Instagram o Facebook. Sin embargo, con frecuencia entro a FB a chequear lo que sucede allá afuera. La noche de año nuevo, por ejemplo, vi imágenes de mi comadre en compañía de sus hermanas y también a mi amiga con el coro de primas. Reían. Bailaban. Selfies en todas las poses. Desee haber estado rumbeando con ellas pero recordé que ya no quiero ser esa "party animal" como dice mi amiga. Siento un cambio en mi vida. Estoy haciendo cosas que comencé a proyectar algunos años atrás. No son resoluciones de principio de año. Al contrario, estoy harta de las resoluciones porque es puro cuento que una se cree de incauta. Aunque sí se puede cuando hay determinación. En mi hay una introspección y una relación muy especial con mi cuerpo. No de manera erótica, aunque eso nunca falta, sino más bien de relajamiento y un estado meditativo.


Este viernes, 13 de enero auguro que en este año 2017 florecerán algunas semillas que he ido sembrando, para beneficio de la sociedad y así fortalecer nuestra cultura. No importa que me ausente; sé que están ahí y no van a ningún lado. Lo queramos o no ya formamos parte de este conglomerado y, de una manera u otra, estamos conectados. Qué voy construyendo? Construyo mi vida, entre recuerdos de melancolía y un futuro incierto lleno de fantasías. Y un presente que me llena de alegría porque estoy trabajando en mis sueños. Busco mi verdadero rumbo. Sin brújula, sin drogas, ni medicinas. Un cambio suave y sin hacer ruido, en donde mi ideología, crece día a a día. Un movimiento cultural, en el cual los artistas exhiben su arte para inspirar a niños y niñas, que carecen de educación y mentoría.