Me defino como una soñadora siempre
en busca de sus sueños, con la finalidad de ser feliz e inducir el bien. Ser
así me ha costado que me tilden de loca, inocente o soñadora. Lo último que
escuché, a un amigo decir, cariñosamente, es que yo me hago muchas pajas
mentales. Lo que ese amigo no sabe es que no son solamente pajas mentales. ¿Por
qué negarlo si desde los nueve años aprendí a masturbarme? Pero, tampoco estamos
aquí para hablar de pajas. Aunque les confieso que hablar de mis proyecciones
no es nada fácil, pues mi visión, a medida que voy educándome, cambia de
perspectiva y creo que por eso evado el tema con otras pendejadas, que a nadie
les interesa saber, pero aun así yo las ventilo porque esa soy yo, quien todo
lo cuenta cuando escribe.
Pues bien, se supone que debemos vivir
en el presente. Es decir ahora, en el mero "now". Y, eso es lo que
hago. Bueno, desde hace ya una década para acá. Antes, me perturbaba el
presente y sólo sentía alivio cuando soñaba con un futuro mejor. Confieso que vivía
con mucha angustia – y aun es así pero es una angustia de otra índole –, sin
embargo, el futuro que proyectaba se convirtió en realidad. Según lo que cada
quien entienda como realidad, ya que yo misma, muchas veces, siento que estoy
en otra dimensión.
Eso sí, el que vive, sin un
propósito, se pierde de muchas cosas chulas. Este tipo de personas son inertes
al dolor que los rodea porque viven en un mundo superficial.
Desafortunadamente, no lo saben ya que carecen de consciencia. ¿Y quién sabe si
de esta manera son más felices? Yo pertenecía a este último grupo en la década
de los 90s. Veinte seis años después la cosa es diferente. Todo lo que imaginaba,
como una especie de magia, se ha ido materializando. Por eso ahora, hasta
cierto punto, soy feliz con la vida que, a puro pulso, he ido forjando para mí
y los míos.
Un sicólogo una vez comentó que era muy dura conmigo misma. Por suerte, he aprendido a quererme como nunca imagine hacerlo, aún a pesar de las cicatrices que adornan mi cuerpo – ese también es otro tema –, pues aprendí a aceptarme a mí misma tal y como soy. Está de más decir que no solo de sueños vive el hombre. Soy de las que sueñan y luego toma acción porque son los hechos y las acciones las que hablan por sí solas. En este caso, el tiempo es nuestro mejor aliado. Al mirar hacia atrás siento satisfacción de mis logros y eso me anima a seguir luchando por mis sueños y a tener más confianza en mí.
Un sicólogo una vez comentó que era muy dura conmigo misma. Por suerte, he aprendido a quererme como nunca imagine hacerlo, aún a pesar de las cicatrices que adornan mi cuerpo – ese también es otro tema –, pues aprendí a aceptarme a mí misma tal y como soy. Está de más decir que no solo de sueños vive el hombre. Soy de las que sueñan y luego toma acción porque son los hechos y las acciones las que hablan por sí solas. En este caso, el tiempo es nuestro mejor aliado. Al mirar hacia atrás siento satisfacción de mis logros y eso me anima a seguir luchando por mis sueños y a tener más confianza en mí.
Sobre mis proyecciones puedo decir que
me voy a ocupar más de: Cuidar mi cuerpo con una buena alimentación, hacer ejercicios,
disfrutar más mi trabajo, aprender de mis cursos, conectarme con mi familia con
más frecuencia, consolidar el círculo de amistades, viajar y mucho, concretar
mis proyectos humanitarios y también ahorrar para mi jubilación, para que mi
calidad de vida, en la tercera edad, sea placentera.
Por último, volver a escribir en este
blog, el cual había abandonado por mucho tiempo porque la escritura comenzó a
causarme algo de stress, pero ahora entiendo que no debo tener miedo de
expresar todas las inquietudes que llegan a mi mente, porque es maravilloso sentir
paz y conectarme con mi esencia cuando escribo.
Emocionalmente ya no estoy atada al
pasado por lo que puedo mirar atrás y tener un dialogo con antiguos monstros,
que merodeaban mi mente. Escribiré abiertamente de todas las adiciones,
obsesiones y del estilo de vida desenfrenado que viví por muchos años, más la
voluntad de superación, hizo que yo saliera de ese infierno, del cual escribiré
en este blog para hacer justicia a la magia de la literatura y a la vida misma. Por: Yini Rodríguez
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